Existe la creencia de que se estimula el caminar en los bebés con “maparitas” trituradas, las crías de los cangrejos colocadas en las rodillas de los niños con el fin de activar el andar. Recurro a este conocimiento heredado, que a su vez aloja esta ‘acción de caminar’ siendo activada por el paisaje marino, al adquirir con este la conciencia de que la naturaleza puede actuar como un agente transformador. De manera que, a través de la dualidad de resistencia y fragilidad del papel, la destreza que se fue otorgada se vea lavada.